[ Zacatecas, Mexico ]
Dearest Transglobalistas—
The first part of the ride to Zacatecas took me through San Francisco del Mezquital; through numerous private ranches; through the Reserva de la Biosfera de La Michilía (an enormous nature preserve); and past the resevoir at San Miguel de la Michilía, before eventually landing me in Suchil—just shy of the half-way point.
This journey took four and a half days, most of it very much off-road and great fun. About six of those hours were spent pushing up a steep, crumbly, unexpectedly slippery path…the only way out of my own lush, colorful, gloriously uninhabited valley. Nearly thirty hours with only a foraging javelina for company was worth all the pushing and gate-climbing.
When I did encounter human beings, I was universally treated to the benefits of Mexico’s bottomless well of hospitality. In Mezquital my benefactors were the local hotel owner and her talented daughter (tattoo artist and painter); in the backcountry my hosts were ranchers I met as I departed the land in their care; in la Michilía I met half the population while camping in the town square; and in Suchil? Well, in Suchil I was spoiled and entertained by just about every two-wheel enthusiast in town (Go RAPTORS!). [@raptors.mtbsuchil.1]
[One or more of you may be amused to learn that the city’s priest was one of my cycling hosts. And perhaps more amused to find out my capital-J Journey made it into his Sunday morning homily. <cough><blink>]
Hasta la proxima,
—jim
***********
[Y aquí está mi intento de traducir lo anterior al español]
Queridísimos transglobalistas:
La primera parte del viaje a Zacatecas me llevó por San Francisco del Mezquital; a través de numerosos ranchos privados; por la Reserva de la Biosfera de La Michilía; y a embalse en San Miguel de la Michilía, antes mi llegada en Suchil, cerca del punto medio.
Este viaje duró cuatro días y medio, la mayor parte sobre terraceria y muy divertido. Aproximadamente seis de esas horas las pasé empujando por un camino empinado y inesperadamente resbaladizo … la única salida de mi propio valle exuberante, colorido y gloriosamente deshabitado. Casi treinta horas con solo una jabalí de búsqueda de comida para compañía: perfecto!
Cuando conocí seres humanos, fui tratado universalmente con la hospitalidad famosa de México. En Mezquital mis benefactores fueron la dueña del hotel local y su talentosa hija (tatuadora y pintora); en el campo, mis anfitriones fueron rancheros que conocí cuando partí de sus tierra; en la Michilía conocí a la mitad de la población mientras acampaba en la plaza del pueblo. Y en Suchil? Pues, en Suchil estuve mimado y entretenido por casi todos los ciclistes en la ciudad (¡Vayan RAPTORES!).
[Uno o más de ustedes se divertirán al saber que el sacerdote de la ciudad fue uno de mis anfitriones ciclistas.]
Hasta la proxima,
—jim